domingo, 10 de enero de 2016

Las navidades salvadoreñas

Benjamín Cuéllar
24 de diciembre de 2012 

Son la suma de las que celebra la gente que allá afuera añora su país; un país donde sufrió tanto antes, durante y después de la guerra, al punto de dejarlo atrás para evocarlo siempre consumiendo “productos nostálgicos” y brindando de fecha en fecha ‒sobre todo en estas‒  escuchando eternamente músicas, letras y conversaciones que giran y giran alrededor de lo mismo. También son la suma de las que cada 24 de diciembre deben pasar aquellas familias que, aún ahora, siguen buscando a sus víctimas desaparecidas antes y durante la guerra. Y de las “nochebuenas” de quienes también buscan hijos, hijas, padres y madres que desaparecieron intentando salir de El Salvador, luego de que este se convirtiera en el “ejemplo mundial” en cuanto a terminar una terrible guerra e ingresar a la lista de los países “políticamente correctos”, cuando hablan de democracia los menos democráticos del mundo. 


Las navidades guanacas son las que se celebran a todo dar donde todo se tiene, a como dé lugar donde el dinero apenas alcanza y a como sea donde de plano no hay dinero. Así se celebra el nacimiento del niño Jesús entre estos niveles de hogares que son ‒así, sin más‒ los tres rostros de una sociedad desigual y excluyente, violenta y sangrienta. Eso, a pesar de los pesares. Porque pesa mucho y pesará que este pueblo haya sido ofendido, histórica y mayoritariamente en lo económico, en lo social y en lo político, sin más razón egoísta que el interés particular de grupos minoritarios, privilegiados e indecentes; indecentes y hasta obscenos en lo relativo a ver morir lenta y violentamente, sin inmutarse, a tanta gente.  

Mientras, muchas de las personas que deberían estar reclamando y luchando porque las cosas cambien de verdad y no solo como promesa de campaña, mejor se dedican a cantar “feliz nabiyad, próspero año y felicidad” sin darse cuenta del conflicto que ya existe dentro de su partido y esperanzadas en que un “cuadro” ‒joven y millonario‒ lo salve en las próximas elecciones. Tan es así que la “troika” no asoma ni la frente para definir posición ante los berrinches edilicios, pues no es tan fácil hacer futuras cuentas alegres en medio del chantaje.

Y otra gente le sigue creyendo a quienes hoy se dan “baños de pureza” cuando antes mataban, desaparecían y torturaban a todo aquel que pidiera un poco de democracia. Esos que no cambian, ahora quieren aparecer como “figuritas en pesebre” y mantener “velado” su pasado ante la opinión pública ‒dentro y fuera del país‒ pidiendo la transparencia que nunca fue parte de su ideario y menos de su quehacer gubernamental habitual.


Para colmo, un par de prominentes figuras de estos dos aparatos partidistas se exhiben en público, impúdicos y patanes, por las triviales pifias durante el cierre del último “miss universo”. Ese es el espectacular circo tragicómico nacional. Y sin embargo, el clientelismo es ahora la verdadera ley electoral y de partidos políticos. Y sin embargo, se acercan cada vez más las próximas elecciones sin que ‒hasta la fecha‒ nada ni nadie desplace a ese par de esperpentos que han hundido al país en el hoyo en que se encuentra. Y sin embargo, en los negocios de unos y otros, en estos días la gente va y gasta sus “pobredólares”.

Las mayorías populares salvadoreñas en las navidades y los años nuevos que se les vengan encima, por culpa de las chabacanerías electoreras de ese par de absurdos dizque  ideológicos, ¿deberán seguir aguantando hambre y derramando sangre? ¿Deberá el pueblo  seguir paciente y complaciente, mientras la impunidad protege a tantos “intocables” de ambos partidos que hoy viven hermanados en la corrupción? 


Quiero desearle hoy al país una feliz navidad y un próspero año nuevo, esperando esperanzado que eso se haga realidad mediante el despertar de todos sus sectores conscientes decididos a desplazar ‒de una vez por todas‒ a quienes desde la guerra y durante la posguerra lo han mantenido hundido en la mezquindad política y en una eterna crisis económica, que solo ha golpeado a esas mayorías populares “clase medieras” y del todo desposeídas. De no ser así, de no luchar por cambiar en serio, la gente seguirá intentado abandonarlo… De dejarlo atrás en una especie de “sálvese quien pueda” casi nacional, para mejor celebrar allá lejos estas fechas.  






No hay comentarios:

Publicar un comentario