domingo, 8 de enero de 2017

Pleito de mercados

No hablo de lo que cualquiera podría asumir con simplicidad: puteadas y hasta golpes de por medio entre dos “viejas placeras”. Lo último, mal usado, es “peroyativismo” barato y cómodo. “Viejas” son, entre las diversas acepciones ofrecidas por los celadores del idioma, quienes merecen afecto e inspiran confianza. “Viejo, mi querido viejo” cantó, por ejemplo, Piero. Y nadie se ofendió. Es más, muchísima gente tarareó esa letra en algún “día del padre” y ‒cariñosamente o por costumbre‒ la entona al menos una vez al año durante esa celebración. Y “placeras” son las personas, hombres y mujeres, que trabajan en la plaza. No hay dónde perderse.

Aclarados esos términos, es necesario precisar algo más. Por “pleito de mercados” debe entenderse, en esta oportunidad y para estos fines, no las antes referidas peleas sino la “bajera” politiquería que le recetan desde hace tanto a este “paisíto” quienes acordaron ‒veinticinco años atrás‒ terminar su guerra en las trincheras para prolongarla en las urnas. Cuánta razón tuvo el enorme Roque, irreverente y hasta hoy eternamente atrevido, cuando afirmó que “deberían dar premios de resistencia por ser salvadoreño”. 



Pero, conste, no fue Roque quien motivó la redacción del presente comentario. Fue otro grande de las letras también nacido en esta sufrida tierra: Francisco Andrés Escobar, maestro de maestros. Hace nueve años, el 2 de enero del 2009, La Prensa Gráfica le publicó un texto en el que se lee esto:

Respecto del país, como ya entramos al otro año, la cosa de las elecciones se va a ir poniendo cada vez más peluda. Según las encuestas del 2008, la gente piensa que la campaña es sucia. Y es que muchos políticos actúan como viejas placeras sacándose los trapos al sol. ¿Para qué gastar tanto pisto en propaganda, digo yo, para ver y oír lo que ya sabemos?”

Francisco, en el ocaso de los gobiernos centrales de la derecha y la víspera del inicio de los de “izquierda”, sí echó mano del imaginario popular en lo que toca al “pleito de mercados” entre mujeres vendedoras. Ojo, también hay “viejos placeros” desde esa óptica violenta y vulgar.

¿A qué viene todo esto? Tiene que ver con lo que recientemente ocurrió en los municipios de Santa Tecla y Mejicanos; el primero en manos de ARENA y el segundo en las de su supuesta antípoda: el FMLN. Enfrentamientos entre las autoridades versus quienes intentan ganarse la vida vendiendo lo que sea, dentro y fuera de esos espacio públicos para la compra y venta de artículos de primera, segunda y hasta quién sabe qué necesidad.

Surgen explicaciones y acusaciones similares entre quienes presumen estar “al servicio de la gente”, cuando son confrontados precisamente por gente que reclama el derecho a ganarse la vida en un país donde ‒desde siempre‒ las oportunidades para disfrutar un digno desarrollo humanos no se “venden en la tienda de la esquina”. Así diría “Aniceto Porsisoca”, el célebre cómico salvadoreño fallecido hace casi veinticuatro años.

Donde reina ARENA, esos conflictos son “estrategia desestabilizadora” del rival; donde impera el FMLN, lo mismo pero al revés. Y para meter relajo en busca de votos, “palabrean” ambos dinosaurios, su contrario ocupa a las maras. 



¿Qué dijo el “arenero” Roberto D’abuisson hace cerca de un mes, cuando en el conflicto con vendedoras y vendedores del mercado ocurrieron disturbios en la municipalidad a su cargo? Lo siguiente: “Personas que están vinculadas con grupos irregulares, personas que están vinculadas al crimen organizado y agrupaciones terroristas, han estado acá en Santa Tecla. Eso me da la pauta de que ahí no hay vendedores; en ese desorden, ahí lo que hay es venta de ilícitos y nosotros no (nos) vamos a prestar a eso”.

¿Qué dijo hace unos días el “efemelenista” Simón Paz, cuando el relajo violento tuvo lugar en Mejicanos ‒el territorio que gobierna‒ y fue incendiado parte del Mercado Zacamil? “Lo que ha pasado aquí sale de la esfera legal, son actos vandálicos, terroristas. Yo no creo que los vendedores puedan hacer ese tipo de actos”, fue lo que sostuvo. 

Y se acercan las elecciones, por lo que pueden extenderse los “fuegos politiqueros” en estas y otras comunas. ¡Ya déjense de porquerías! “Los políticos ‒cito a Francisco, no el Papa sino al otro poeta‒ debieran llevar una vida como la que dijo el padre en la misa de Navidad: austera, justa y en obediencia a las leyes de Dios. Pero para estos el único Dios es el pisto, el poder y las apariencias”. ¿Qué queda entonces? ¿Mandarlos a la…?

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