…de la Ticha, Félix,
Chepe y Polín el recién pasado 29 de septiembre? Oficialmente en el Gobierno y
su partido, nadie. ¿Quiénes fueron ese póquer de ases de la revolución olvidada
y de su Bloque Popular? Fueron seres humanos coherentes y consecuentes con sus
ideales, grandes pero humildes hasta sus finales. Respectivamente, sus nombres
son –son, porque siguen vivos acá en el corazón, en la aurícula y el ventrículo
de una izquierda con alma‒ Patricia Puertas y Félix García Grande, José López
Velázquez y Apolinario Serrano.
La Ticha de apenas
veintitrés añitos y Félix de treinta y cinco eran esposos; Chepe y Polín, ambos
de treinta y cinco eran originarios de Suchitoto, departamento de Cuscatlán.
Estas cuatro personas estaban entregadas en cuerpo y alma a la lucha del
campesinado salvadoreño por hacer valer sus más elementales derechos, en
tiempos cuando no se perdonaba semejante atrevimiento y se le cobraba con
sangre la factura a quien osara enfrentar al poder económico, político y
militar.
“Cuatro civiles muertos
ayer en enfrentamiento”, se leía en e1 titular de una nota publicada en la
última página de La Prensa Gráfica del domingo 30 de septiembre de 1979. La
versión inicial sostenía que un numeroso grupo de subversivos había atacado el
Regimiento de Caballería y que los militares habían respondido, haciendo que
huyeran los rebeldes sin saber si algunos resultaron heridos. Lo que sí
constaba era el fallecimiento en combate de tres hombres y una mujer. Como en
los enfrentamientos actuales, solo hubo bajas en uno de los bandos.
Pero al día siguiente,
el primero de octubre, el mismo periódico reveló la identidad y las edades de
las víctimas mortales. Entonces ya eran dos las versiones de los hechos. En una
se aseguraba que habían fallecido el sábado 29 en la madrugada, cuando desde el
vehículo en que se conducían intercambiaron disparos con soldados del
mencionado cuartel; la segunda era que les habían marcado el alto al momento
que salía un grupo de militares a hacer sus ejercicios rutinarios y no acataron
la orden, por lo que les dispararon. En esta última explicación no se menciona
enfrentamiento alguno.
Días antes se había
realizado el congreso del Bloque Popular Revolucionario, en el que fue nombrado
Juan Chacón ‒el también querido dirigente campesino‒ como su secretario
general. Juancito, como le solíamos llamar, también fue masacrado luego de
haber sido secuestrado el 27 de noviembre de 1980 junto con Enrique Álvarez
Córdova, Manuel de Jesús Franco, Doroteo Hernández, Humberto Mendoza y Enrique
Escobar Barrera. Sus cuerpos torturados salvajemente, fueron encontrados en
distintos sitios al siguiente día.
Buscando entre las
noticias me encontré con una en la cual se registraba un precario “acto”
realizado en la mañana del 29 de septiembre,… pero de hace años. Fuera de eso,
hecho con más pena que gloria, el “FMLN oficial” ‒tal como dice en su página
cibernética‒ no registra homenaje alguno a la altura de los méritos de la Ticha
y sus tres compañeros inmolados hace treinta y siete años, ni del valor de
Juancito y los cinco revolucionarios verdaderos que asesinaron junto a él.
Por eso ese partido
político será el “oficial”, pero hace rato ‒mucho, mucho rato‒ dejó de ser el
FMLN histórico. No lo es porque su dirigencia no tiene más memoria histórica
que una burocrática Secretaría. Si la tuvo, no se la transmitió a su base de la
posguerra o se la sustrajo para aventarla al más ingrato de los ostracismos; si
la tuvo, se le atrofió en medio de su loca y desesperada carrera tras los pasos
de los partidos de conciliación nacional, demócrata cristiano y republicano
nacionalista: ocupar la mayoría de espacios posibles en la administración
pública ‒sobre todo el del Ejecutivo‒ para luego olvidarse de sus idílicas
promesas de campaña y mejor dedicarse a ciertos menesteres en provecho
personal.
¿Habrá excepciones?
Quién sabe. ¿Decepciones? Esas sí, las hay y muchas. Pero excepciones, a estas
alturas lo dudo cada vez más pues ‒por ejemplo‒ ninguno de entre quienes
presumen de su “pureza ideológica” y “contextura revolucionaria” se pronunció
públicamente el pasado 29 de septiembre, siquiera a título personal; mucho
menos se inauguró alguna calle o un túnel ‒aunque sea sin terminar‒ en honor a
Ticha la grande y a los imprescindibles Polín, Félix y Chepe. Imprescindibles
ellos y ella, porque fueron de los que lucharon toda la vida hasta el final
para que otros y otras ‒no el pueblo que sigue igual o peor‒ se acomodaron bien
desde hace casi veinticinco años para disfrutar la tranquilidad y la abundancia
del “descanso del guerrero”; para dedicarse al “buen vivir”.
Mientras, Silvio
continúa soñando con serpientes… Revolucionarios como ustedes ‒Ticha, Félix,
Chepe y Polín‒ lo inspiraron a él e inspirarán a las generaciones que pronto,
muy pronto agarrarán la estafeta y levantarán sus banderas… Las de ustedes y
las de tanta gente buena y valiosa igual que ustedes, pero distinta a quienes
sobrevivieron para regodearse sobre tanta sangre
derramada.
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