" En una entrevista con la revista cibernética EL FARO, el Col. Adolfo Majano, líder golpista salvadoreño en 1979, acusa al Beato Óscar Romero de ser desequilibrado, improcedente y hasta irresponsable en sus actuaciones.“Monseñor Romero cometió muchas imprudencias temerarias, estaba toreando el toro a cada rato”, asevera Majano en su polémica entrevista.“El discurso en el que monseñor Romero gritó ‘¡Cese la represión!’ fue una estupidez”.
Con la facilitación de Paulita Pike y Cultura Romeriana, Súper Martirio ha consultado el tema al Dr. Benjamín Cuellar, el destacado abogado salvadoreño, hasta hace poco director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (la “UCA”), defensor y experto en derechos humanos y en las estrategias de promoción y activismo en la materia, quien convalida rotundamente la actuación de Mons. Romero y desvirtúa las conclusiones de Majano."
" Conociendo esos antecedentes y su tendencia a consultar, no es posible aceptar que venga alguien a descalificar la denuncia profética del beato tachándola de parcial, desequilibrada; menos quien antes de tratarlo unas pocas veces en unos pocos meses, no lo conoció antes ni dijo nada al respecto inmediatamente después del martirio...)" Continuar su lectura en Romero fue reflexivo (http://polycarpi.blogspot.com/2016/11/romero-fue-reflexivo-cauteloso-no-un.html)
Transitando por las calles de la mexicana “ciudad de
los ángeles” con Víctor Flores al timón de su “nave”, quién sabe en qué año, este
hermano del alma y décadas me dijo: “Mincho, oí esto”. Una voz grave y pastosa,
seductora y adictiva sin remedio, colmó el interior del carro y me atrapó para
siempre. El Víctor, no nos hagamos, se regodeó al verme en plena Puebla caer atrapado
por Leonard Cohen. Era la primera vez que le ponía atención.
Lo había oído. Pero, “autista” confeso que soy, no le había
puesto atención. No me percaté antes del monstruo que, en ese instante, irrumpía
en el “disco duro” musical de este servidor. Como buen disc-jockey frustrado
que soy, previo a escuchar su versión de “The future” en aquel homenaje a Cohen
hace casi una década en Barcelona, ya sabía que Luis Eduardo Aute lo citaba en
“La barbarie” que es la octava de sus “aleluyas”.
Con este antecedente, mientras se votaba el pasado
martes 8 de noviembre en los Estados Unidos de América, decidí escuchar mejor al
canadiense. No sabía que había muerto un día antes; su familia hizo público el
suceso hasta el jueves 10, al enterrarlo junto sus padres. Hoy me entero,
además, que
el fin de su paso por el mundo llegó mientras
dormía luego de haberse caído en su vivienda. Murió –acaba de comunicar Robert B. Kory, su manager‒ de forma “repentina, inesperada y pacífica”.
Ese electorero día, buena parte de la humanidad estaba
pendiente de lo que ocurría en suelo estadounidense. Se realizaban las
elecciones más impresentables que yo recuerde, de entre las muchas que recuerdo.
Relajado, a estas alturas de “mi partido” ese será el estado normal que
intentaré mantener, renuncié a las noticias; preferí, como dije, escuchar a Cohen.
¿Con cuál empezar? Pues por la que la ocasión ameritaba y reclamaba: “Democracia”.
“Viene ‒escribió‒ a través de un agujero
en el aire, de esas noches en la plaza de Tiananmen. Viene del sentimiento de
que esto no es exactamente real; o es real, pero no está exactamente ahí. De
las guerras contra el desorden, de las sirenas noche y día, de los fuegos de
los mendigos, de las cenizas de los gays: la democracia llega a los Estados
Unidos”. Así llega, gran Cohen, entre la protesta y la represión; se siente y
no se siente; se aprecian y desprecian algunas de sus grandezas, se esconden y
exhiben algunas de sus miserias.
“Viene a través de un hueco en la pared,
en un visionario torrente de alcohol; de la tartamudeante transcripción del
Sermón de la Montaña, que no voy a molestarme en hacer como si entendiera.
Viene del silencio en el muelle de la bahía; del valiente, audaz, maltratado
corazón de Chevrolet: la democracia llega a los Estados Unidos”. Así llega y se
va, dilecto Leonard, en ese país del norte de América y en sus pares del
“primer mundo”: forzada, ebria y malhablada; silenciosa y escamoteada, a bordo
de un viejo pero aún venerado coche.
“Navega, navega ‒¡oh poderoso barco del
Estado!‒ hacia las orillas de la necesidad, pasados los acantilados de la codicia
a través de las ventoleras del odio. Navega, navega… Llega primero a América, la
cuna de lo mejor y lo peor. Es aquí donde tienen el alcance y la maquinaria
para el cambio, y es aquí donde tienen la sed espiritual. Es aquí donde la
familia está rota y es aquí donde los solitarios dicen que ha de abrirse el
corazón a un nivel fundamental: la democracia llega a los Estados Unidos”.
¡Imponente y contundente! Retratar así
al “imperio” es desnudar las falacias de sus acólitos y lameculos de hoy; esos que
siempre, cuando lo “combatieron”, lo satanizaban por los siglos de los siglos
amén. ¡Implacable e impecable! Este ser acaba de lograr su trascendencia más
trascendental: de mortal excelso ya pasó a la excelsitud de la inmortalidad.
“Mientras hacía las valijas en Los
Ángeles ‒expresó modesto al recibir el Príncipe de Asturias de las Letras 2011‒
me sentía un poco inquieto, porque los premios de poesía siempre me han
resultado algo equívocos. La poesía viene de un lugar que nadie comanda, que
nadie conquista. Por eso me siento casi un charlatán, aceptando un premio por
una actividad que no domino. En otras palabras, si yo supiera de dónde vienen
las buenas canciones, iría a ese lugar más seguido”.
Y contó su relación de juventud con los
poetas ingleses; los estudió y copió, ansioso por tener una voz que no logró.
Cuando leyó a Lorca no se la copió; él le dio “permiso” para hallar la propia.
Eso es, afirmó Cohen, “encontrar un yo. Un yo que no es estático; un yo que
lucha por su existencia”. Pasó el tiempo y comprendió además que la voz “incluía
algunas instrucciones”. ¿Cuáles? “Nunca plañir con displicencia. Y que si
alguien va a expresar la gran inevitable caída que nos espera a todos, debe
hacerlo dentro de los estrictos límites de la dignidad y la belleza”.
Ya tenía la voz, pero
le faltaban instrumento y canción. Así, empezando la década de 1960, en un
parque de Montreal descubrió a un joven y magnífico guitarrista español que no
hablaba inglés. En un “francés precario” acordaron comenzar las respectivas y
necesarias clases. El primer día evidenció su torpeza con el instrumento; el
segundo aprendió una “progresión de seis
acordes, que es la base de muchas canciones de flamenco”; el tercero, el
maestro no apareció y el alumno se enteró que se había suicidado.
Esa progresión de seis
acordes fue “la base de todas mis canciones y de toda mi música”, confesó. Por
ese desconocido suicida y Lorca, Cohen transitó la vida hasta llegar a su
inevitable caída batiendo las alas que lo eternizaron: dignidad y belleza.
Desde lo alto del vuelo vio el futuro y sentenció: “Es un crimen”.
Hoy
hay desconcierto planetario. Creyeron que la elección estadounidense del pasado
martes 8 de noviembre, aunque apretada, sería ganada por la oferta demócrata;
pero no, la ganó alguien considerado intratable e impresentable. Y estupefacta,
mucha gente cuerda y decente en El Salvador vio asumir la presidencia de la
Asamblea Legislativa a quien declara que “la
pena de muerte, a manos de ciudadanos honrados o del Gobierno, es una
solución”. Años atrás, haciendo proselitismo,
externó su deseo de que Antonio Saca ‒entonces candidato y luego primer
mandatario‒ fuera “clonado”; suerte que no se le hizo, porque actualmente su
amigo está preso y procesado por corrupción de altos vuelos.
¿Cómo pueden estos
personajes, cada cual en su país y guardando las distancias, ocupar cargos
importantes no obstante sus cuestionables trayectorias? Esa interrogante debe o debería estar en las
mentes sensatas asustadas por el triunfo de Donald Trump; también entre las
conocedoras, en nuestro país, del traspaso de la conducción parlamentaria que
hizo una ex guerrillera a quien ‒como afirma él mismo‒ toda su vida quiso ser
militar y se preparó para ello. Lorena Peña, la comandante “Rebeca” en la
guerra, le entregó el cargo a Guillermo Gallegos cuyo prototipo de militar
siempre fue alguien que estuvo en las filas contrainsurgentes: su padre.
Hace quince lustros
nació quien a sus veintiún años se hizo otras preguntas, mucho más profundas
que la anterior, y le dijo a la humanidad cómo responderlas. ¿Cuántos caminos
debe recorrer un hombre, antes de que le llames “hombre”? ¿Cuántas veces deben
volar las balas de cañón, antes de ser prohibidas para siempre? ¿Cuántos años
pueden vivir algunos, antes de que se les permita ser libres? ¿Cuántas veces
debe un hombre levantar la vista, antes de poder ver el cielo? ¿Cuántas orejas
debe tener un hombre, antes de poder oír a la gente llorar? ¿Cuántas muertes
serán necesariasantes de que él
se dé cuenta, de que ha muerto demasiada gente?
Las
respuestas, aseguró Robert Allen Zimmerman en 1961, están “flotando en el viento”. Once
quinquenios después, la Academia Sueca le entregó el Premio Nobel de
Literatura. ¿Por qué? Porque este músico y poeta que pasó a llamarse Bob Dylan,
creó “nuevas expresiones poéticas dentro de la
gran tradición de la canción estadounidense”.
“No puedo evitar avergonzarme ‒escribió en 1974‒ de vivir en un paísdonde la justicia es un juego. Ahora
todos los criminales con sus trajes y corbatasestán libres para beber ‘martinis’ y
mirar el amanecer. Mientras, Rubin se sienta como
Buda en una celda de diez pies. Esa es la historia del ‘Huracán’.Pero no terminará hasta que limpien su
nombre”.
Indignado ante el caso de Rubin “Hurricane” Carter, el boxeador preso injustamente por años, Dylan se
inspiró para ofrecerle al mundo esta fuerte denuncia del racismo imperante en
un sistema considerado impecable. “No tenía ni
idea de la clase de mierda que le iba a caer ‒cantó
el hoy premio nobel‒ cuando un ‘poli’ lo empujó a un lado del camino, como
la vez anterior (…) En Paterson así es como son las cosas. Si eres negro es
mejor que no salgas a la calle”. Y el desprecio a la persona vista de menos por
su color de piel o su país de origen sigue vigente allá, con posibilidades de
agravarse en los años que vienen.
“Venid amigos y reuníos a mi alrededor, os
contaré una historiade cuando
las minas rebosaban de rojo metal”. Así inició otra denuncia hecha canción, “North country blues”, de algo también vigente: las
consecuencias de la extracción minera. “Pero las ventanas tapadas con cartón ‒continuó‒ y los viejos de los bancos,te dicen ahora que la ciudad entera
está vacía (…)En las cortas
horas de mi juventudmi madre
enfermóy fui criada por mi
hermano (…) Hasta que un día mi hermanono
regresó a casa,como le ocurrió a
mi padre antes”.
“Ya con tres hijos,el trabajo fue reducidosin razón alguna a media jornada.No mucho más tarde el pozo fue cerradoy escaseó aún más el trabajo,y el fuego en el aire se sintió helarhasta que un hombre vino a decirnosque en una semanael pozo número once cerraba(…) Dijeron que no era rentable
extraer el mineral,que era mucho
más barato allá abajo,en las
ciudades de Sudamérica,donde los
mineros trabajan casi por nada”.
Ciertamente, las respuestas para descifrar las
interrogantes que deberían plantearnos las causas de lo injusto y presentarnos
las fórmulas para superarlas, están ahí: “flotando en el viento”. El problema
es enredarse, como es costumbre, en la mediocridad de lo rastrero y olvidarse
de lo sublime que está allá en los cielos. De qué sirve averiguar cómo llegaron
Trump y Gallegos a ser presidentes de algo, por importante que sea, si resulta
evidente que para ello hay que practicar el más puro y duro cinismo político.
Mejor escuchar y seguir fielmente a Dylan y a quien pudo haber sido nobel, pero
va camino a las alturas de los altares: el beato Romero.
“La Iglesia ‒denunció este
buen pastor‒ no puede callar ante esas injusticias del orden económico, del
orden político, del orden social. Si callara, la Iglesia sería cómplice con el
que se margina y duerme un conformismo enfermizo, pecaminoso, o con el que se
aprovecha de ese adormecimiento del pueblo para abusar y acaparar
económicamente, políticamente, y marginar una inmensa mayoría del pueblo”.