Benjamín Cuéllar
En este “paisito” lo que sobran
son situaciones inadmisibles y hechos concretos que no violan derechos humanos;
más bien, los devastan. Para denunciar o solo comentar eso, no habría que
escribir una vez a la semana; habría que hacerlo los siete días y no bastarían.
Hubo quien dijo hace poco: “¡Ahí está el tema semanal para la YSUCA !”, refiriéndose al sonado
caso del “descuartizador”, Rodrigo Chávez
Palacios, quien recientemente recobró su libertad en medio de –todo apunta a
ello– una terrorífica y descarada “leguleyada” o una descabellada “locura”
judicial en un sistema de justicia desquiciado por la corrupción, la ineficacia
y la impunidad. ¿Cómo un criminal confeso puede andar entre la gente sin más,
tras haber hecho lo que hizo hace quince meses?
Matar a un ser humano y luego
cercenar su cuerpo para distribuir sus pedazos a diestra y siniestra en la
ciudad capital, no es ningún simple homicidio como lo planteó la acusación
fiscal. Pero bueno, así son las cosas en un El Salvador donde la indignación
individual o casera no se transforma –de una vez por todas– en una digna acción
colectiva contundente en aras de cambiar de tajo semejante estado de caos, no
de cosas. Mientras, hay mujeres humildes condenadas a treinta o cuarenta años
de cárcel por supuestos “delitos” satanizados por “gente bien”, que
implacablemente las señalan con su dedo flamígero como las peores asesinas del
universo acusándolas de haber abortado. Los sepulcros blanqueados, en estos
escenarios, se quedan “pachitos”.
Entre los temas recientes que
podrían merecer atención en este modesto espacio de humilde opinión, está el de
más de un medio centenar de víctimas mortales contabilizadas el pasado jueves
19 de noviembre en el territorio nacional. También lo acontecido en París un
día después, en el marco de un mundo barbarizado por los intereses de dominación
económica y política por parte de potencias del todo impotentes para sembrar y
cosechar la paz, en cuyo nombre pasan perennemente haciendo la guerra. Hay más
de qué hablar, como lo que ocurre en las calles de la vecina ciudad de Santa
Tecla: la violencia que enfrenta la venta informal con el Gobierno municipal,
con hondas raíces estructurales.
Pero no. De lo anterior, hay muchas
y mejores plumas que ya consignaron y siguen consignando esos sucesos. De igual
forma, atacando y defendiendo posturas encontradas por ser partidistas y
electoreras, algo se ha dicho sobre un asunto crucial para un decoroso
desarrollo nacional: los resultados de la última “Prueba
de aprendizaje y aptitudes para egresados de Educación Media”. La “traída”, “llevada” y muy manoseada
“PAES”.
En medio de un promedio nacional
de 5.3 sobre diez, el ente laureado como el mejor fue el “Colegio
Español Padre Arrupe” con una calificación general de 8.61.
Felicitaciones dobles porque su éxito es prueba palpable y a la vez denuncia inobjetable
del fracaso de un sistema educativo salvadoreño que termina incorporando, al
nivel de estudios superiores, un estudiantado entre mediocre –en el mejor de los
casos– o del todo mal preparado en realidad. No es un fracaso individual; es una
grave crisis institucional no etiquetada ni como de “izquierda” ni como de “derecha”.
Es fruto de la torpeza de dos proyectos partidistas, hay que insistir, que como
el avestruz entierran la cabeza ante las críticas en su contra y sacan las
garras afiladas para criticar a su “enemigo”.
Es así. No hay “vuelta de hoja”.
Pero hay casos dignos de considerar. Está el de un joven inteligente, creativo
y prometedor, al que su madre valiosa y valiente crió sola. Sola, léase, sin el
progenitor; pero –eso sí– acompañada de una dignidad única, ética y hasta a
veces defensiva a morir, educando y formando a su vástago con un enfoque de derechos
humanos sin importar privaciones económicas y otro sinfín de dificultades nada
sencillas. Se acaban de graduar él y ella. Él como bachiller. Ella, como mujer
exitosa al ser parte esencial de ese importante logro académico al que le
aportó lágrimas y sacrificio; igual del que también cosechó alegrías y orgullos
como –por ejemplo– la calificación de su hijo: 8.5 en la PAES. Casi , por poca
diferencia, la nota promedio del “Colegio Español Padre Arrupe”.
Al ver el cuadro de la educación
nacional, hay que recordar lo dicho por un “gurú” de la coherencia –Hubert
Lanssiers– al preguntarle qué esperaba de su alumnado en “La Recoleta ”. “Encuentro
triste –lamentó este cura belga fallecido en Perú hará casi una década– que
solo se enseñe el resultado de las ciencias y no su historia: este fascinante
viaje entre las hipótesis adoptadas y descartadas, entre las intuiciones y los
instrumentos de medida que las confirman o las desmientes; […] este recorrido
alucinante que nos lleva de Demócrito hasta Einstein; estos millones de
experiencias detestivescas que sirvieron para desenmascarar un virus; esta
concatenación, en el tiempo y en el espacio, de conocimientos elaborados por
una multitud de cerebros hermanados que rescatan lo que queda, en el [ser
humano], de grandeza y dignidad.
Actualmente, un alumno de primer año de ingeniería sabe más de física que
Leonardo da Vinci o Pascal; pero, ¿sabrá pensar como ellos?”. Se cierran
comillas.
Pues bien, al promisorio y
querido estudiante salvadoreño capaz de sacar 8.5 de nota “PAES” en medio de un
5.3 en “aprendizaje y aptitudes”, junto a un menos cero en seguridad para la
comunidad educativa, no queda más que felicitarlo encarecidamente. A un Estado
gobernado, Gobierno tras Gobierno con proyectos descalabrados y reprobados, no
queda más que evidenciarlo y –más aún– condenarlo por condenar a la mala
educación y la intolerable desesperación a la niñez, la adolescencia y las
juventudes. Y así seguirá, elección tras elección, de no hacer lo debido:
organización social de la indignación, encaminada a la acción firme contra los
males que laceran la dignidad de las mayorías populares en este sufrido país. Si
no, habrá que abrazarse a cualquier religión y encomendarse a su deidad para
que nos cuide con un espíritu lleno de justicia, libertad y dignidad.
Muy bueno, el sistema judicial está casi completamente corrupto, la fiscalía y la CSJ deben rendir cuentas, no puede ser que algo tan descarado como el caso Chávez llena de verdadero horror y que el fiscal ande como si nada. Corrupción de lo más sucia y descarada. Efectivamente en las escuelas públicas y privadas se debe enseñar la moral, ética y responsabilidades como materias firmes más importantes que las materias"científicas", en estos momentos el país mucho más que ciencia necesita moral, ética, leyes y diseños prácticos para detectar corrupción, ineficiencia e inefectividad.
ResponderEliminar